Los camellos de la pastilla azul
Los camellos que frecuentan los clubes de alterne han visto en la Viagra un filón y no dudan en explotarlo. En las últimas tres semanas, la Policía Nacional ha intervenido varias cantidades de estas pastillas a personas vinculadas a dos clubes de alterne de Marbella. Hasta hace poco el menudeo de cocaína imperaba en este tipo de establecimientos, aunque teniendo en cuenta los últimos resultados, parece ser que los pequeños traficantes que ofrecen sus productos en la puerta de estos negocios ya sólo llevan pastillas azules en los bolsillos.
"El perfil del comprador es aquel cliente que quiere exprimir al máximo el servicio que contrata", relata una fuente policial. "Aunque para el club no es conveniente que se sepa que se venden este tipo de pastillas cerca de sus instalaciones, ya que no le hace muy buena promoción a sus chicas", añade entre risas. En estas situaciones, los agentes intervienen las pastillas, para después analizar su contenido en un laboratorio, y acusan al vendedor de tenencia y tráfico de estupefacientes.
Según fuentes policiales, existe todo un mercado negro en torno a estos fármacos. Hace apenas un mes, unos ladrones sustrajeron de una farmacia marbellí un pedido de medicamentos contra la disfunción eréctil valorado en unos 7.000 euros. Entre ellos había una gran cantidad de las pastillas con forma de rombo, y otras de sus competidoras Cialis y Levitra. La Policía está segura de que se han distribuido de forma clandestina.
"Quienes la compran en un prostíbulo no tienen ninguna garantía de que lo que van a tomar y también es posible que les hayan dado una imitación comprada por Internet", explica un agente especializado en Fraudes, "no saben en qué país se ha fabricado, ni si cumple con los requisitos sanitarios y terminan pagándolas a precio de oro". Hasta el momento, en la Costa del Sol no se han producido denuncias por estafa relacionadas con el fármaco, pero esto no quiere decir que no se vendan falsificaciones. "Es muy común en este tipo de casos, que las víctimas lo silencien para que no lo sepan en su entorno o para ahorrarse la vergüenza".
Este medicamento, recomendado para hombres con incapacidad para obtener o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria, se vende con receta en farmacias y hay varias modalidades. Una de las más suaves, la de 25 miligramos, cuesta casi 9 euros la unidad, y las de 100 miligramos, unos 12 euros. "Aquí vienen mucho pidiéndola, pero sólo se suministra a los que han pasado primero por el médico", mantiene la farmacéutica malagueña Francis Macías. Combinada con medicaciones para dolencias cardíacas o hipotensión puede resultar peligrosa.
Pero la pastilla no es sólo objeto de deseo de señores con disfunción eréctil. Según fuentes policiales, los pequeños traficantes de drogas las venden cada vez más a los jóvenes que las utilizan como colofón de una noche de drogas y alcohol. "Les ofrecen paquetes en los que entran variedades de pastillas de diseño, como éxtasis, y una Viagra para compensar una posible impotencia", comentan. En función de la hora a la que las adquieran pueden pagar el doble o el triple del precio en farmacias. También los hay -más mayores y sin aparentes problemas- que se hacen con la pastilla milagrosa "por probar una experiencia nueva".
Además de muy peligroso, el resultado de la ingesta puede ser justo el contrario del que se busca. Aunque todavía no hay estudios hechos sobre la combinación con copas, hipnóticos o sedantes, Leandro Martínez, portavoz del colegio de Farmacéuticos de Málaga, mantiene que "puede producir un estado de laxitud o decaimiento". "Está contraindicado para personas que tengan la tensión baja, pero, por el momento no se han detectado muchos casos de urgencia por incidencias derivadas de su toma", añade.
Viagra: la pastillita azul que revolucionó el sexo cumple 20 años
Un producto farmacéutico tan inusual como la Viagra logró tener también una campaña publicitaria inusual en su lanzamiento. La leyenda del fútbol Pelé y el candidato republicano a las elecciones presidenciales estadounidenses Bob Dole hicieron de embajadores globales del fármaco, con anuncios en televisión. “Da un poco de vergüenza hablar de disfunción eréctil”, decía el político y veterano de guerra en el primer anuncio televisado presentando la Viagra a las masas, tratando de superar sus miedos, “pero es importante para millones de hombres y sus parejas”.
En la publicidad explicaba que cuando fue diagnosticado con cáncer de próstata temió al pensar que la operación y el tratamiento al que tenía que someterse le podían generar impotencia. “Coraje”, decía, “algo que comparte un número infinito de estadounidenses” que batallan contra enfermedades serias. “No sufras más en silencio”, añadía unos años después el protagonizado por Pelé, “habla con tu doctor, yo lo haré”.
Este fármaco para la impotencia, que comenzó a venderse tras obtener todos los permisos de Estados Unidos el 27 de marzo de 1998, fue descubierto por casualidad por un equipo de investigadores en Pfizer dedicado al desarrollo de un tratamiento para calmar el dolor torácico provocado por la angina de pecho. Al hacer las pruebas con voluntarios, detectaron que se dilataba los vasos sanguíneos del pene y el incremento de la circulación provocaba como efecto secundario su erección.
Una facturación por encima de lo esperado
La píldora azul recibió el aprobado de la agencia del medicamento se convirtió rápido en una de las vacas sagradas de la farmacéutica. La impotencia afecta a una tercera parte de los hombres con más de 40 años. Las alternativas que había en ese momento en el mercado no eran muy prácticas ni plenamente efectivas. Los ingresos se dispararon al ritmo que creció el interés planetario.
En las primeras dos semanas que estuvo a la venta, los doctores emitieron más de 150.000 recetas en Estados Unidos. La píldora llegó a Europa seis meses después. Ese paréntesis provocó, en pleno frenesí global, que en el mercado negro se encontrara la Viagra a un precio cinco veces superior al que se pagaba por cada pastilla en el mostrador de cualquier farmacia estadounidense.
Ni la propia Pfizer anticipó un fenómeno similar. De los 100 millones de dólares en ingresos que esperaba recaudar la farmacéutica en el primer año, pasó a superar los 1.000 millones en cuestión de unos meses más. Se estima que en el curso de estos 20 años desde el inicio de su comercialización se emitieron más de 65 millones de recetas médicas en todo el mundo para su consumo legal.
De la mano de Internet
El impacto de la Viagra en la impotencia se compara con el cambio que supusieron los antibióticos para combatir las infecciones o los tratamientos que reducen el colesterol para la sangre. Pero sobre todo fue también el tratamiento perfecto para anunciar sus méritos a los consumidores, porque es una medicina que va dirigida directamente al estilo de vida de los pacientes.
El éxito inicial de la Viagra fue también posible gracias a Internet. Los dos fenómenos crecieron, de hecho, en paralelo al uso de la red de redes mientras la pornografía en línea explotaba en los portales. La mujer, sin embargo, estuvo al margen de las campañas publicitarias hasta hace tres años, cuando Pfizer las puso hablando directamente ante la cámara para pedir a los hombres que fueran al médico.
Pero este éxito le provocó también una doble vulnerabilidad a la compañía. Las copias falsas inundaron los portales ilegales en Internet. Y es que la píldora azul fue también una mina para los contrabandistas, hasta el punto de que el 80% de las tabletas que se encuentran en la red son ilegales y muy peligrosas. Algunas utilizan tinta para impresoras para conseguir el distintivo color.
El precio fue subiendo conforme creció el éxito
La Viagra tiene como principales rivales a Levitra y Cialis en el mercado estadounidense. Las primeras versiones genéricas llegaron a Europa en junio de 2013 y a final del año pasado a EE UU. Pfizer lleva años, de hecho, tratando de prepararse para los efectos de la pérdida de la patente. Las ventas de Viagra rondaban los 2.100 millones en 2012. El año pasado fueron de 1.200 millones, prácticamente la mitad.
La pastilla azul, de hecho, es vista también como un ejemplo de hasta donde puede llegar la avaricia de las grandes farmacéuticas. Basta con fijarse en el precio. La Viagra costaba 15 dólares por tableta cuando empezó a venderse. De ahí escaló a 50 dólares, sin un motivo que justificara el incremento. La versión genérica cuesta un dólar y Pfizer va a probar a venderla en Reino Unido sin receta.
Pese a su popularidad, la Viagra sigue siendo una píldora mal comprendida. No es un afrodisíaco y la erección que llega a los 27 minutos de ingerirla no va a cambiar la pérdida de apetito sexual de la pareja. El tratamiento, además, se utiliza en muchas ocasiones para cosas que no están indicadas en la receta médica, como potenciar el rendimiento en el acto sexual y en el deporte.
Existe también una versión para las mujeres que pierden el apetito sexual, llamada Addyi y que se presenta en los medios como la “Viagra femenina”. La agencia del medicamento en EE UU la autorizó en 2015. La píldora rosa, sin embargo, no generó entusiasmo y su eficacia es cuestionable, por no dejar de citar la larga lista de contraindicaciones que tiene esta especie de antidepresivo.