Un fármaco puede prevenir el cáncer de mama

Un tratamiento -el tamoxifeno-, que se aplica contra el cáncer de mama, se ha revelado también útil para prevenir este tipo de cáncer en mujeres que presentan un alto riesgo de padecerlo, según un equipo del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), de EE UU. En el mayor estudio científico realizado, en EE UU, sobre el cáncer de mama, que ha durado seis años, han participado 13.000 mujeres de EE UU y Canadá, con riesgo, bien por antecedentes familiares, lesiones precancerosas en el pecho, o por la edad. Es el primer tratamiento presentado como preventivo.Las mujeres fueron divididas en dos grupos de 6.700 pacientes que presentaban el triple de riesgo de sufrir un cáncer mamario que el resto dé la población de su misma edad. Y los resultados fueron que en el grupo al que se le aplicó tamoxifeno se produjeron 85 cánceres invasores, mientras que entre las mujeres a las que se les' administró placebo (sustancia inocua), desarrollaron un cáncer de mama casi el doble, 154. Según los investigadores la relación, en cinco años, sería de 32 mujeres entre 1.000 que tomaron placebo y 17,9 entre 1.000 tratadas con tamoxifeno.

Sin embargo, este tratamiento presenta importantes efectos secundarios y los investigadores han advertido que sus beneficios sólo superan a los efectos secundarios en un 45% de las mujeres con alto riesgo de padecer este tipo de tumor. Y su uso no debe ser indiscriminado. Sus consecuencias pueden ser trastornos vasculares (trombosis intravenosa y embolia pulmonar) y sobre todo cáncer de útero. Entre las mujeres tratadas con tarnoxifeno, 33 desarrollaron ese tipo de cáncer, frente a 14 en el grupo tratado con placebo. Igualmente, en este último grupo 6 padecieron embolia, mientras que con tamoxifeno aumentaron a 17.

España

Además, se desconocen los efectos del tratamiento con tamoxifeno a largo plazo y cuánto tiempo puede administrarse sin peligro. Pero los investigadores afirman que las mujeres con alto riesgo deberían tener en cuenta esta terapia. ''Las mujeres necesitan determinar por sí mismas el riesgo que corren", concluyó Richard Klausne, director del NCI.Según datos de marzo pasado del Ministerio de Sanidad, el cáncer de mama sigue siendo la primera causa de muerte en mujeres, en España, y representa más del 25% de todos los tumores malignos de la población femenina. La tasa de mortalidad se sitúa en un 28,2 por 1.000 y se producen 11.000 nuevos casos de cáncer de pecho.

Nuevas terapias para evitar que el cáncer de mama se reproduzca

La mayoría de las mujeres que padecen cáncer de mama y han superado la menopausia deberían tomar un supresor hormonal conocido como inhibidor de la aromatasa para evitar la recurrencia del tumor. Esta recomendación, realizada por la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, sólo es aplicable a las mujeres posmenopáusicas que tienen tumores mamarios con receptores de estrógeno, lo cual significa que el estrógeno hace crecer los tumores. La mayoría de los cánceres de mama (entre dos tercios y tres cuartos) son sensibles al estrógeno. Pero los inhibidores de la aromatasa sólo se prescriben a mujeres que ya han superado la menopausia, ya que podrían no ser eficaces en las más jóvenes.

Hay tres inhibidores de la aromatasa: el anastrozol (Arimidex), el letrozol (Femara) y el exemestano (Aromasil). Hasta hace poco, a las mujeres con tumores sensibles al estrógeno se les aconsejaba un tratamiento de cinco años con un fármaco más antiguo, el tamoxifeno, que bloquea los efectos del estrógeno y ha demostrado que prolonga la supervivencia en mujeres con cáncer de mama tanto antes como después de la menopausia.

Según la nueva recomendación, las mujeres posmenopáusicas pueden tomar inhibidores de la aromatasa durante cinco años, en vez del tamoxifeno, o cambiar a los nuevos fármacos después de seguir el tratamiento con tamoxifeno. Los expertos reconocen que, de momento, no está claro qué tratamiento es mejor. Pero creen que el tratamiento debería incluir en algún momento un inhibidor de la aromatasa. "El tamoxifeno es el fármaco más importante en la historia de la oncología médica", afirma un oncólogo del grupo de expertos que hizo la recomendación, Harold J. Burstein, del Dana-Farber Cancer Institute de Boston. "Ha salvado muchas más vidas que todo lo que hacemos por los pacientes de cáncer".

Pero, comentó, en años recientes tres estudios de amplio alcance demostraron que los inhibidores de la aromatasa funcionaban tan bien como el tamoxifeno y reducían significativamente las tasas de recurrencia en mujeres que los tomaban después de seguir un tratamiento con tamoxifeno durante dos años. Un informe técnico para médicos sobre el uso de los inhibidores de la aromatasa, que se publicará en enero en The Journal of Clinical Oncology, figura ya en la edición electrónica de la revista (www.jco.org), y hay una guía para pacientes en www.plwc.org. Varios de los médicos que ayudaron a redactar el informe (entre los que no está Burstein) mantenían relaciones económicas con las empresas farmacéuticas que fabrican tamoxifeno o inhibidores de la aromatasa. El informe simplemente formaliza lo que muchos médicos ya estaban haciendo, comenta Burstein.

El grupo de expertos dejó la decisión respecto a cómo y cuándo utilizar los inhibidores de la aromatasa a médicos y pacientes. Los efectos secundarios de dichos fármacos y del tamoxifeno pueden ser un factor importante. Ambos tipos pueden causar síntomas similares a los de la menopausia, como sofocos, sudores nocturnos y sequedad vaginal. Esos síntomas, así como un aumento del riesgo de osteoporosis, fracturas, dolor y rigidez similares a los provocados por la artritis, pueden ser más graves con los inhibidores de la aromatasa, advierte Burstein. Pero, añade, los efectos de los inhibidores de la aromatasa a largo plazo se desconocen. Tampoco se sabe si los tres fármacos inhibidores de la aromatasa son intercambiables.

El tamoxifeno tiene otros efectos secundarios, como pequeños aumentos del riesgo de padecer coágulos sanguíneos y cáncer de útero. Los inhibidores de la aromatasa no parecen compartir esos riesgos. Las pacientes que no toleran un tipo de fármaco pueden fácilmente cambiar al otro, dicen los médicos. "Cada paciente debe escuchar todas las posibilidades y meditar cuál será la mejor", afirma Burstein. "Se va a producir un cambio más amplio hacia los inhibidores de la aromatasa, porque parecen tolerarse mejor; pero la cuestión es cómo medir los efectos secundarios". Las recomendaciones sobre cómo usar ambos tipos de fármacos estarán más claras en los próximos años.

Mientras, los hallazgos sobre los inhibidores de la aromatasa son buenas noticias, especialmente para quienes terminan sus cinco años de tamoxifeno y buscan algo que reduzca el riesgo de recurrencia. Pero todavía no hay datos suficientes sobre cuánto tiempo deberían tomar estos fármacos.

Prever si un anticanceroso funciona ya es posible

Un tratamiento común para el cáncer de mama -la terapia hormonal, basada en la administración de tamoxifeno- no es efectiva o deja de serlo al cabo de un tiempo en dos tercios de las pacientes. Ahora, científicos del Cancer Research UK Cambridge (Reino Unido) han descubierto las bases moleculares de la resistencia al tamoxifeno en células de cáncer de mama, el motivo por el cual la terapia no funciona a largo plazo. Se abre así la puerta a una prueba clínica individual para predecir la efectividad del tratamiento.

El científico español Antoni Hurtado es el primer firmante del trabajo que hoy publica Nature, en el grupo del australiano Jason Carroll. Este trabajo, explica Hurtado desde Cambridge, es el primer paso para clasificar mejor a las pacientes y predecir si el tratamiento va a ser efectivo, con el objetivo de ofrecerles, en su caso, un tratamiento alternativo.

El tamoxifeno es una sustancia que, si funciona, evita la reaparición del tumor. Aproximadamente dos tercios de las mujeres diagnosticadas lo reciben durante al menos cinco años, pero dos tercios de ellas desarrollan resistencias.

El tamoxifeno apaga la expresión de un gen importante en la proliferación del cáncer de mama, pero para ello, han descubierto los científicos, es necesario otro jugador, una proteína producida por otro gen. Las pacientes en cuyas células se hallan niveles altos de esta proteína tienen una probabilidad de curación mucho mayor que aquellas en las que no se encuentra y sí tienen un nivel alto de otra proteína. El estudio se ha hecho en 106 mujeres (ahora se está ampliando) y los resultados han sido contundentes, explica Hurtado.

El medicamento se receta en aquellos tumores que son dependientes de los estrógenos. Se sintetizó en 1962 en la farmacéutica ICI como posible anticonceptivo y hasta finales de los noventa no se generalizó su uso contra el cáncer de mama.

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