Dar de mamar con el “pecho bueno” tras un cáncer de mama

Cuando supo que iba a ser madre por cuarta vez, a Marga le entró la llorera. Esta profesora de 45 años recuerda que fue en el balcón de la casa en Comarruga (Tarragona) donde le dijo a su marido que volverían a ser padres. Siempre pensó que no podría quedarse embarazada de forma natural. A una semana de su boda, en el septiembre de 2008, Marga Roure fue operada de un cáncer de mama. Núria, en 2012, y los mellizos Santi y Carla, en 2014, nacieron tras la adopción de embriones fecundados por otra pareja. Laura, la más pequeña, es una niña de pelo castaño y ojos vivaces. Nació en febrero de 2016 tras un embarazo natural. Para poder tener hijos Marga tuvo que suspender el tratamiento anticancerígeno posterior a la operación.

Según explica Miguel Martín, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama, es difícil averiguar si la prescripción de tratamientos que reducen las posibilidades de reincidencia puede ser prescindible o no, porque es imposible detectar con certidumbre la presencia residua de “células durmientes”. Por esto la suspensión de las medicaciones, como el tamoxifeno, puede tomarse en consideración solo cuando el riesgo de recaídas es muy bajo. “En cualquier caso”, añade, “los oncólogos no pueden ignorar el deseo de las mujeres de tener hijos”.

"Nunca tuve miedo", afirma Roure, "no quería, no podía renunciar a ser madre". Marga es una de las 26.500 mujeres a las que cada año se les detecta un cáncer de mama, según la Asociación Española Contra el Cáncer. Las posibilidades de tener hijos para ella y su pareja eran muy escasas y las alternativas complicadas. Para tenerlo claro, ella y su marido decidieron poner todo negro sobre blanco en una hoja de cálculo, donde iba tachando las posibilidades. Primero intentaron con la inseminación artificial, pero no funcionó. Luego empezaron los trámites para la adopción, que les fue denegada. Luego fueron evaluando la fecundación in vitro o la adopción de embriones fecundados por otra pareja: “Nos decidimos por esta solución”, afirma, “porque no queríamos dejar embriones congelados”.

"Las mujeres suelen tener el primer hijo en edad mucho más avanzada que antes", explica Miguel Martín, “y esto crea una colisión entre el cáncer y el embarazo”. El 20% de las mujeres con cáncer de mama tiene menos de 45 años, según la Asociación Española Contra el Cáncer. Un estudio del departamento de salud estadounidense, retomado por el equipo de investigación del Hospital Vall d'Hebron en Barcelona, afirma que el número de las mujeres que tienen hijos después de los 35 ha crecido en un 35% en los últimos 20 años. Para desarrollar nuevas prácticas médicas que hagan frente a esta nueva exigencia, el departamento de cáncer de mama del centro médico barcelonés se ha unido este año a un proyecto piloto en colaboración con Breast International Group (BIG) para averiguar los efectos de la suspensión de los tratamientos posteriores a la operación. 

Núria, la primera hija de Marga, nació el 28 de junio de 2012. A los dos años —el 23 marzo 2014—, Roure dio a la luz a Santi y Carla: dos mellizos rubios nacidos también tras la adopción de un embrión. Según explica el doctor Octavi Córdoba, ginecólogo del Vall d’Hebron, el embarazo se consideraba tradicionalmente un elemento de riesgo para las mujeres que han tenido un cáncer de mama, ya que la mayoría de los tumores de este tipo está relacionado con los estrógenos, cuya producción se dispara en la gestación.

“Ha quedado demostrado en varios estudios que el embarazo no aumenta las posibilidades de recaídas”, afirma Miguel Martín, “sin embargo, no es protector. He tenido también algunos casos que no han ido bien”. A esto se suman los resultados obtenidos por el equipo de Octavi Córdoba que detalla con optimismo los resultados de una investigación sobre 333 mujeres que desde 2012 han tenido hijos tras un tumor. “En estos casos, cuyo historial clínico era óptimo”, explica Córdoba ,”el embarazo no ha empeorado el pronóstico comparado a las mujeres que no han tenido hijos tras el tumor”. 

Al conocer el diagnóstico a Roure se le vino el mundo encima. “Me casaba al cabo de unos meses” añade, “imagínate”. Esta mujer cuenta cada paso de su recorrido con voz firme que, a menudo, rompe con una risa alegre. Hace años que no toma fármacos anticancerígenos, sigue en observación por el equipo del Vall d'Hebron y de momento no ha tenido recaídas. “Lo más bonito es que encima les he dado de mamar a todos”, concluye, “parece mentira que después de todo lo que pasas, siempre te quede el pecho bueno”.

El conocimiento de las células madre de la mama aportará nuevas dianas terapéuticas

El cáncer de mama es una espada de Damocles que siempre pende sobre la mujer. Aunque su incidencia va aumentando lentamente en España, tal vez debido al envejecimiento de la población y a un diagnóstico cada vez más precoz, la supervivencia también ha mejorado notablemente en la última década. "Hoy, el 78% de las mujeres que padecen un cáncer de mama en España sobrevive más de cinco años", señala María Vivanco, investigadora principal desde 2005 del Centro de Investigación Cooperativa de Biociencias (CIC bioGUNE) de Bilbao, que ha viajado a Madrid para dar una conferencia en la Fundación BBVA.

Está demostrado que los estrógenos, hormonas sexuales femeninas, desempeñan un papel relevante en la aparición del cáncer mamario. Vivanco, directora entre 1997 y 2004 del laboratorio en el Instituto de Investigación del Cáncer de Londres (Reino Unido), donde se identificaron células progenitoras de mama humana, empezó a estudiar los receptores moleculares a los que se unen las hormonas y observó que su actividad es diferente según se desarrolle en una célula sana o en otra cancerosa.

Lleva varios años centrando su trabajo como bióloga molecular en la investigación de las hormonas en la biología de las células madre y su trascendencia en el cáncer de mama.

"Hay una hipótesis que sugiere que este tipo de tumor", sostiene, "se origina en las células madre de la propia glándula mamaria. Esto nos acerca a profundizar en el conocimiento del comienzo, la progresión y el pronóstico de la enfermedad, así como en la aparición de resistencias a fármacos responsables de las recidivas o recaídas".

Se sabe desde hace años que la exposición a estrógenos supone un incremento en el riesgo de desarrollar un cáncer de mama, y el fármaco tamoxifeno es un antagonista que funciona como un agente anticanceroso útil y eficaz para detener la progresión de las células tumorales. Vivanco está estudiando en el laboratorio el efecto de los estrógenos, del tamoxifeno y de otros factores en el crecimiento celular y la diferenciación de las células madre, así como su implicación en el desarrollo de resistencias al tratamiento con tamoxifeno.

En 2001 empezó a estudiar en Londres muestras procedentes de mujeres sanas que se habían sometido por motivos estéticos a una reducción del volumen mamario. "Empleamos diferentes técnicas", explica, "para la investigación de lo que serían tres poblaciones distintas de células madre. Como es sabido, este tipo de células tiene un gran potencial para diferenciarse y proliferar y, si esa proliferación se descontrola debido a mutaciones, aparece el cáncer. Así, estas poblaciones de células madre se convierten en objeto de estudio y, posiblemente, en nuevas dianas terapéuticas, que además exigen la búsqueda de nuevas terapias más específicas".

Este trabajo fue realizado sobre una población femenina de gran diversidad étnica, con existencia o no de embarazos y de lactancia, y con distintas edades tanto de presentación de la menarquia (primera regla) como de la menopausia. Como insiste Vivanco, la trascendencia de este trabajo científico descansa sobre el hallazgo de unas células que pueden suponer mejores dianas terapéuticas y facilitar la búsqueda de unas terapias más eficaces y menos tóxicas.

"Si conocemos mejor el comportamiento de las células madre de la mama, nos aproximaremos hacia terapias más específicas y además comprobaremos si el desarrollo de resistencia a determinados agentes farmacológicos en estas células es responsable de las recidivas", dice Vivanco.

Como indica María Vivanco, que ha trabajado cinco años en el laboratorio de Keith Yamamoto en la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) con las prestigiosas becas EMBO (Sociedad Europea de Biología Molecular), Damon Runyon Foundation y la Human Frontier Science Program Organization, el tumor mamario es actualmente el más frecuente en la población femenina de los países occidentales y representa el 25% del total de las neoplásicas malignas que afectan a la mujer. Si consideramos el conjunto de ambos sexos, el cáncer de mama es, después del de pulmón, el más prevalente. El cáncer de mama afecta cada año a unas 16.000 mujeres españolas y causa la muerte en el mismo periodo de unas 7.500.

El principal reto, según esta investigadora, sigue radicando en un diagnóstico lo más precoz posible, lo cual ha ido mejorando notablemente durante los últimos años gracias a la mejor concienciación de la mujer sobre esta enfermedad. Así mismo, se espera que los estudios con células madre contribuyan a la derrota del problema de las recaídas y conduzcan hacia terapias dirigidas a las células madre cancerosas.

"Cada vez está más refrendado científicamente que un estilo de vida saludable, que incluye una dieta rica en frutas y verdura y la práctica regular y moderada de actividad física, representa un efecto protector contra el cáncer de mama, mientras que el alto consumo de alcohol y el tabaquismo influyen negativamente", expresa esta investigadora.

La mastectomía doble reduce el riesgo de cáncer de mama un 90%

La doble mastectomía (amputación total o parcial de ambos senos), realizada con carácter preventivo, reduce en un 90% los riesgos de aparición de un cáncer de mama entre mujeres con alto riesgo de sufrirlo, según un estudio publicado la semana pasada en el New England Journal of Medicine.Los investigadores, dirigidos por Lynn Hartmann, de la prestigiosa Clínica Mayo en Rochester (Minnesota, EE UU), basan sus conclusiones en un estudio retrospectivo de 639 mujeres de entre 18 y 79 años. Todas estas mujeres tenían precedentes familiares de cáncer de mama, lo que las situaba en el grupo de riesgo, y sufrieron una escisión o ablación de sus dos senos en algún momento entre 1960 y 1993.

A juicio de los autores del estudio, el sistema de la amputación doble preventiva conlleva una eficacia en la prevención del cáncer de mama -en aquellas mujeres con un alto riesgo de contraerlo- que dobla al que ofrece el tratamiento con el fármaco tamoxifeno, que se sitúa en un 45%. Este fármaco, cuya acción se basa en el bloqueo de la función de los estrógenos, fue aprobado el año pasado por la autoridad sanitaria de EE UU para uso preventivo.

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